El sargento estadounidense sospechoso de haber matado el domingo a 16 aldeanos afganos, nueve de ellos niños, había estado bebiendo alcohol —una violación de las normas militares en zonas de combate— y sufría de estrés relacionado con su cuarta misión de combate y por tensiones con su esposa la noche de la matanza, según un alto funcionario de Estados Unidos. "Cuando todo salga a la luz, será una combinación de estrés, alcohol y asuntos domésticos".
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