El sector concesional y la banca que le ha prestado financiación temen un efecto dominó que arrastre a una decena de autopistas al concurso de acreedores, entre ellas las radiales de Madrid, la M-12 que da acceso a Barajas, o la Cartagena-Vera. El miedo de todas ellas a dar el primer paso se ha despejado. Ha sido la AP-41 (Madrid-Toledo) la que ha roto el hielo pidiendo el concurso voluntario ante el Tribunal Superior de Justicia de Albacete. El mundo de las infraestructuras está pendiente de la resolución.
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