Sólo se cambian los coches que van a la chatarra, las cuentas de resultados de proveedores y distribuidores coquetean con el rigor mortis y la matriculación de vehículos corteja un suelo de apenas 800.000 vehículos anuales. “Si no se hace nada, las consecuencias sobre el empleo pueden ser nefastas y la pérdida de peso específico en las decisiones de las multinacionales un error de política económica”, aseguraba ayer Rafael Prieto, responsable de la patronal de fabricantes (Anfac) y director general de Peugeot España.
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