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Autismo ya no significa aislamiento ,nuevas esperanzas

Imagine lo que sería no tener imaginación. Inténtelo. Imagine que no entiende nada de lo que ocurre a su alrededor. No es que esté en China y no hable su idioma, es que no puede imaginar. Es lo que le ocurre a Aitor, un joven con autismo que puede hablar durante horas de cables y farolas, pero incapaz de soportar la presencia de un niño llorando. «Ahora ya no se pone agresivo, pero una vez le dio una bofetada a un bebé para que se callara –explica su hermano, Aritz Arambarri–, porque no entendía por qué estaba berreando.

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