Con Josef Fritzl detenido e incomunicado, ha comenzado en Austria la caza mediática de las víctimas y de los numerosos familiares que puedan ofrecer alguna explicación sobre por qué un hombre puede encerrar durante 24 años a su hija, violarla y tener siete hijos con ella. Una caza, en la que participan también medios extranjeros, que ha llevado a las autoridades austriacas, abrumadas por un nuevo caso que pone al país en el ojo de un tremendo huracán, a alertar de que no se permitirán intromisiones en vidas inocentes que ya están destrozadas.
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