El mercado manda, y si antes fue Subaru la que tuvo que plegarse a las nuevas exigencias ecológicas, ahora es la firma alemana la que pone a uno de sus estandartes deportivos del lado de la tecnología diésel: el Audi TT. Y es que la nueva realidad medioambiental y las políticas de reducción de CO2 están obligando a los grandes fabricantes a cambiar sus estrategias. El menor consumo significa menos CO2 y esto a su vez se traduce en más beneficios fiscales. La jugada está clara.
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