Cerca de 1.000 curiosos y spotters se encontraban cerca de la cabecera del aeródromo de Ballensted, en Alemania para contemplar la llegada de un Transall C-160 decomisado que iba a ser entregado a un museo local y presenciaron una toma de contacto con el suelo decenas de metros corto de pista, antes de rebotar en la carretera y pasar milagrosamente por encima de la valla del aeropuerto, y aterrizar de nuevo, esta vez ya tras el umbral. Afortunadamente el incidente se saldó sin más consecuencias.
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