Gildardo Torres duerme en un féretro para protestar por el desempleo y la injusticia social. Aunque no ha muerto ni es un vampiro, Gildardo Torres Sánchez pasa las noches en un ataúd de madera, en Medellín. Además de cama, es su forma de decirle a la sociedad que “un hombre sin empleo es un cadáver que espera impaciente a que se lo coman los gusanos”.
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