En un país como Finlandia, donde sus habitantes consideran el Heavy Metal como lo que es, un tipo de música y un vehículo cultural, y que tiene una aceptación y un arraigo superior a la media de países europeos, no es difícil suponer que se expriman las posibilidades que ofrece el susodicho fenómeno musical para fines cuanto menos curiosos, siempre enriquecedores. Y ahora, lo nunca visto, dirigiéndolo hacia un público inimaginable hasta el momento: niños.
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