Toyota ha perdido el trono de primer fabricante mundial de coches, pero sigue siendo el rey de la inversión en investigación: más de 7.100 millones al año. Sus laboratorios se esconden en Japón, Europa, Estados Unidos y Asia-Pacífico. El productor nipón de automóviles cuenta con dieciséis centros de I+D repartidos por el mundo, aunque concentrados en sus principales mercados. El motivo es sencillo: Toyota cree que su éxito futuro depende de su habilidad para asegurarse el liderazgo tecnológico, según consta en su informe anual de actividades.
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