Es ya innegable que la invasión angloamericana de Irak echó a los cristianos de parroquias milenarias a los leones. Lo mismo hubiera sucedido en Siria si hubieran ganado la guerra los supuestos yihadistas moderados. En el caso de Irak las cifras son abrumadoras. La iglesia católica, con buenas fuentes sobre el terreno, conoce al detalle la magnitud de la tragedia. El Papa sabe adónde va y por qué. En Irak había un millón y medio de cristianos, el 5,5% de la población, y ahora son doscientos mil, bastante menos del 1%. Pero no se acaba ahí.
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