Cada día que pasa queda más evidente la independencia y profesionalidad de la política exterior francesa. Sus más altos responsables se toman muy en serio lo de permanecer lo más cerca posible de sus aliados del norte de África, sin importarles si se trata de un régimen autoritario. Tan cerca que no tienen ningún inconveniente en aceptar regalos. ¿Soborno? En absoluto, es sólo el trato de favor que se merecen en sus vacaciones.
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