Carlos de Inglaterra, ese infatigable aspirante al trono, nos ha advertido de que la crisis financiera no es sino la manifestación externa de la crisis del alma, extraviada por culpa del consumismo. Escuchar a unas de las grandes fortunas europeas elevar su voz contra el desmedido afán de lucro y el ansia de consumo no es que resulte irónico, es que suena a cachondeo.
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