Las extremidades protésicas han evolucionado considerablemente desde los apéndices de madera rudimentarios que nos recuerdan a las películas de piratas. Pueden ser biónicos, controlados por el cerebro y cargados de características, las cuales le permiten imitar el sentido del tacto. Pese a ello, todavía están lejos de replicar el funcionamiento de las extremidades reales, en gran parte debido a los problemas existentes a la hora de imitar movimientos y sensaciones sutiles que se dan naturalmente.
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