Antes de que la inauguración tuviera lugar, varios medios se acercaron hasta las instalaciones para palpar de qué iba eso del lugar más feliz del mundo. El asfalto en la Main Street literalmente comenzó a derretirse en alquitrán pegajoso que atrapaba los tacones altos de algunas mujeres, mientras que la escasez de fuentes debido a la huelga de fontaneros días antes provocó enfados. A todo ello hay que sumar las 30.000 personas que se colaron, algunos escalando una valla usando una escalera que presidía un tipo que cobraba 5 dólares.
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