El alcohol es una droga, sí, pero una droga bastante particular: para empezar, su venta es legal, su empleo es más antiguo que la historia escrita y su abuso genera más costes a la sociedad que todas las sustancias ilegales juntas. A nivel bioquímico, también es especial: en comparación con la cocaína o la heroína, se necesita consumir una cantidad 1.000 veces mayor de alcohol para notar sus efectos sobre el organismo.
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