Como se veía venir –consideren lo de se veía como bordería facilona–, la moda de los restaurantes donde se come a oscuras ha sido saludada con alborozo en España. Faltaría más. En la vanguardia de Occidente. Y háganse cargo del flash: completamente a oscuras, camareros ciegos que te llevan de la mano y sirven platos que no puedes ver, todo a base de tacto, gusto, oído y olfato. Con mucho contacto físico, se añade como incentivo. Hasta para hacer pipí te lleva de la mano un ciego o ciega –no me pillarás esta vez, Bibiana–. Y oigan ...
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