Da la impresión de que estos tristes acontecimientos sólo pueden suceder en un país como España, incapaz de evaluar con distancia las funestas consecuencias de la dictadura militar que controló el país durante 40 años. Resulta difícil imaginar una fundación Adolf Hitler que persiguiese en Alemania la obra de Gerhard Richter o Maurizzio Cattelan por criticar el nazismo.
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