Abel Azcona coge el teléfono desde la clínica psiquiátrica de San Miguel, donde descansa después de que el equipo que lo acompañaba en la 'performance Dark Room' decidiera terminar el espectáculo y enviarlo al hospital. Habían pasado 42 días de encierro de los 60 previstos, en una habitación de seis metros cuadrados, sin luz, tecnología, ni contacto alguno con el exterior. "Estoy bien. Hubiera aguantado hasta el final", insiste
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