Hace sólo unos años, a Jonathan Brand no le quedó más remedio que vender su coche, un Ford Mustang de 1969. Este joven artista canadiense necesitaba urgentemente dinero para comprarle un anillo de diamantes a la que más tarde se convertiría en su esposa. Por amor se deshizo de su posesión más preciada, un deportivo que durante cinco años había reconstruido pieza a pieza con la única ayuda de su padre.
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