Si es que la paciencia es la madre de la ciencia o, en el caso de Marcus Levine, del arte. Más de 50000 clavos ha usado, uno a uno, para crear algunos de sus trabajos. Un buen día le dio por ponerse a clavar pequeñas tachuelas sobre una madera blanca para representar una figura humana, y desde entonces ha continuado perfeccionando su técnica hasta conseguir crear verdaderas maravillas.
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