El PP no ha sido capaz de repudiar al expresidente de la Diputación de Castellón, que por fin se sentará en el banquillo. Porque Fabra es un cacique de corte clásico; con desparpajo, de esos que no agachan la cabeza ante nadie y exhiben con orgullo sus logros, como su famoso aeropuerto sin aviones. Necesitó 150 millones de euros de los contribuyentes y ahora su mantenimiento sale más caro que el del Museo del Prado. Pero son detalles en los que el prócer no repara.
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