La expresión tiene su origen en los cortijos andaluces. En tiempos era costumbre dar sardinas a los trabajadores de los cortijos, y ellos las asaban en la lumbre de los caseríos; pero como cada uno de ellos cogía ascuas para arrimarlas a su sardina, la candela se apagaba. Así que acabaron por prohibir el consumo de tal pescado en el trabajo. Esa actitud tan egoísta que lleva a perder el bien común es la que describe la locucion, que se aplica al que aprovecha las ocasiones en beneficio propio sin tener en cuenta el perjuicio que pueda causar.
|
etiquetas: lenguaje , frases hechas , cultura , curiosidades