Desde los años 80 hemos vivido un desaforado interés urbanístico en nuestras costas que han terminado transformando nuestro litoral en un ‘paraíso’ de cemento. Ciudades como Alicante, Málaga, Valencia o Barcelona son, de las ubicadas en el litoral, las que más han construido en su costa. Por eso conservar los pocos espacios naturales que aún quedan sin urbanizar es primordial, un ejemplo de ello es la playa del Arraijanal en Málaga.
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