El futuro de Gotarrendura, un minúsculo pueblo a 20 kilómetros de Ávila, era la desaparición, hasta que llegó a su alcaldía Fernando Martín, en 2003. Su afán por hacerlo renacer de sus cenizas le ha llevado a cambiar tanto el pueblo que no sólo ha recuperado habitantes: ha logrado incluso premios nacionales por su carácter sostenible.
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