En el siglo II de nuestra era, el emperador romano Adriano ordenó construir una villa para su personal disfrute, ya que no se sentía feliz en su palacio oficial del Monte Palatino. Situada a las afueras de Tívoli, Roma, la Villa Adriana era en realidad una “pequeña ciudad” compuesta por palacetes, fuentes, termas y otra serie de construcciones que imitaban diferentes estilos arquitectónicos egipcios y griegos. Ahora, un equipo de arqueólogos españoles ha comenzado a excavar en el lugar para conocerla más a fondo.
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