Bajo la tarta modernista que es el edificio de la SGAE hay un discreto sótano donde se guardan las joyas. Están hechas de papel que huele a viejo y de notas musicales. Partituras originales y manuscritas de 1.700 zarzuelas que son "el tesoro de la casa", según su guardiana, María Luz González Peña. "Por cuestión de peso, los archiveros vivimos en las mazmorras, pero rodeados de joyas", explica con una sonrisa. Y también: "A los archiveros nos cuesta tirar nada".
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