Nuestro nuevo archienemigo es un perfecto desconocido, pero su innegable capacidad militar propició uno de los mayores desastres militares de la república de Roma en el siglo I a.C. Una de las consecuencias de la batalla de Carrhae fue la aceleración del fin de la República, así como el germen de una leyenda tan inmortal como aquella batalla: La legión perdida.
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