Hoy voy a ir al grano: no creo en absoluto en aquello de que "las apariencias engañan". O, mejor dicho, si bien en que ocasiones la realidad puede ser todavía peor que la apariencia, creo que prácticamente nunca una mala apariencia viene seguida de una realidad "sorprendentemente positiva". Y, entre todas las apariencias, la que voy a comentar hoy es la de gilipollas.
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