Así lo hacían hace 100 años en el País vasco. La información meteorológica, mucho antes de los soportes actuales (Internet, televisión...), tenía en las campanas de las iglesias su principal canal de comunicación. En cada pueblo, se avisaba al sacristán, que se encargaba de hacer sonar las campanas con claros mensajes. Si se oían tres campanadas, quería decir que llegaba tiempo seco, agradable; cuatro campanadas significaban lluvia, y cinco avisaban de que se acercaba una tormenta.
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