Sin aire condicionado en su oficina ni autorización para trabajar en bermudas, un funcionario público de Rio de Janeiro no dudó en usar una falda de su mujer para soportar el fuerte calor del verano austral."Si las mujeres pueden, yo también", argumentó, aunque se aseguró de entrar al edificio solo luego de que el administrador dijera que "el uso de la falda está autorizado".
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