Un año yendo en bicicleta por ciudad

Hace doce meses sustituí el transporte público por mi vieja bicicleta en Madrid, la ciudad donde vivo. Hago trayectos regulares que combinan carril bici con la calle donde circulan automóviles, y esta es mi experiencia.

1.- En un trayecto de 15 km. se tarda lo mismo en bicicleta que en coche. Siempre considerado en hora punta. La velocidad del vehículo a motor se reduce por atascos y semáforos. Estos últimos afectan al ciclista, pero se ahorra el retraso por la velocidad del resto de vehículos. Solo en momentos de salida de colegios o llegada al trabajo el ciclista pierde, pues la abundancia de peatones invadiendo carriles bici obliga a frenar constantemente.

2.- La bicicleta es invisible en los giros. Con una luz delantera blanca y una roja trasera los coches te ven siempre que circules en su mismo sentido. Nunca en los giros a izquierda o derecha, pues habituados a buscar peatones no saben localizar una bicicleta que llega al semáforo o paso de cebra por el carril bici al doble de velocidad. Lo prudente es frenar y esperar a que te vean.

3.- Los peatones no te ven. Puede parecer un contrasentido, pero las personas no están habituadas a los carriles bici. Me ha ocurrido ver de lejos alguien justo en la mitad del mismo, lo que me impedía rebasarlo, y pensar que se apartaría. Pero cuando van mirando el móvil simplemente no ven nada más. Es increíble la cantidad de tiempo que una persona puede caminar en línea recta mirando su teléfono sin levantar la vista. Esto lo solucioné con una potente luz delantera para los caminantes en general, aunque con los del teléfono solo vale el timbre… si no llevan auriculares.

4.- En el carril bici solo eres un invitado a la acera. Hay peatones muy amables que se disculpan por haber invadido un carril reservado para ti, pero no es la norma. Me he cruzado con muchas personas, desde mediana edad a muy ancianas, que me abroncan por ir en bicicleta, en clara alusión a tener que compartir el espacio con un vehículo que circula más aprisa. Otros, simplemente, consideran muy cómodo ese carril rojo sobre el que se anda tan bien y te miran preguntándose qué haces tú allí. La bicicleta pintada sobre el mismo no les afecta.

5.- El timbre no siempre es una buena opción. Soy el primer al que molesta frenar por un caminante que ha invadido el carril bici, pero apartarlo a timbrazos supone asustar, en muchas ocasiones, a una persona que, simplemente, no puede verte. Personalmente lo uso poco, salvo cuando algún maleducado no hace intención de apartarse simplemente porque odia a los ciclistas. O eso parece.

6.- Hay ciclistas que son unos jilipollas. He visto a muchos apartando a timbrazos a los peatones, insultándoles, y creyendo que tienen todo el derecho del mundo a estar allí. Esto no es Holanda, y tardaremos en adaptarnos a la nueva realidad de la bicicleta. Hay que buscar un marco de convivencia sin insultos ni agresión. Debemos frenar, y si alguien ha invadido el carril, pues qué va a hacérsele.

7.- Se pasa mucho calor, y mucho frío. La comidad de ir en bicicleta es relativa. Yo hago un trayecto a mi trabajo de 12,3 km. según google maps de ida y otro igual de vuelta. En los meses más crudos del invierno debo llevar botas de motorista para que no se me hielen los pies y guantes de montaña. El abrigo en cambio debe ser ligero, es preferible estar un poco aterido al principio porque a los pocos minutos de moverse, el cuerpo suda. Tengo que estar pendiente siempre de la predicción del tiempo, para no asarme ni pelarme. El verano, que es casi tan extremo como el invierno en el centro peninsular, también es duro. Sudas bastante, también en los meses fríos, y yo llevo camisetas interiores que me cambio al llegar al trabajo. Yo me lo puedo permitir, pero está claro que la bicicleta no es una opción para trabajos de cara al cliente donde la imagen es fundamental. En general, y sin importar la estación del año, se pasa calor.

8.- Circular con los coches es complicado. No todos los conductores son respetuosos, aunque la mayoría sí. Hay que facilitar que te adelanten si es posible, aunque el código de circulación diga lo contrario. Por otra parte, tienes que comportarte como una moto, culebreando entre ellos, aunque teóricamente esté prohibido. Tú ganas tiempo, y a ellos les estorbas menos. Como conductor considero que es complicado circular a 15, 20 o 30 km./hora, en el mejor de los casos, detrás de una bicicleta.

9.- La lluvia es un incordio, pero no por mojarse. El suelo resbala por esa capa de grasa y polución que cubre Madrid. Pese a los guardabarros que llevo, el agua sucia salpica. Si chispea o llueve poco no te empapas, pero a cambio te ensucias de arriba a abajo.

10.- El beneficio físico es increíble. Parece obvio, pero el ejercicio regular -yo acumulo unos cien kilómetros a la semana de pedaleo- y de baja intensidad me ha fortalecido el corazón y las piernas. En un año, además, he adelgazado mucho, aunque muy lentamente.

11.- El ahorro es relativo. Ya no pago el abono transportes, y la bici la tenía, así que solo tuve que gastarme en guardabarros, un portaobjetos para la parte posterior y un par de luces, que amorticé en menos de un par de meses. Aunque parezca broma, donde ha aumentado mi gasto es en pantalones, la tela en la ingle se rompe a menudo debido al roce. Los vaqueros ajustados que están ahora de moda especialmente. Son además muy fríos, una tela nada recomendable en pleno invierno. Hay que renovar las cubiertas a menudo, y las pastillas de freno. En suma, ir en bici no es exactamente gratis, aunque lo parezca, aunque obviamente mucho más barato que el coche y más que el transporte público.

Mi última consideración no está relacionada exactamente con ir en bicicleta, aunque es donde más se nota. Me refiero a los autobuses. El pestazo y humo que expulsan cuando te pasan cerca evidencian lo que contaminan. Y esto es así desde siempre, llevo viviendo en estas calles desde que nací, y ningún alcalde ha invertido en autobuses limpios -en Madrid son municipales-. Hubo un tímido intento con algunos de gas natural, pero si en otras épocas era inviable, ahora deberían plantearse seriamente lo eléctrico o incluso los híbridos. Esos cacharros circulan desde las 6 de la mañana a las 12 de la noche. Quizá ahorren muchos coches al llevar tanta gente, pero contaminan como un antiguo fumador de Ducados negro. Esto último, para que sepáis que soy un viejuno ochentero.