La Cañada Real dejó de ser hace un año un problema social, uno de los más graves de la región, para convertirse además, tras décadas de abandono, en un problema político. La primera vertiente sigue estancada (derribos, niños conviviendo junto a ratas en chabolas inmundas, el gran mercado regional de la droga), pero la negociación de Ayuntamientos, Comunidad de Madrid y Delegación del Gobierno ya ha comenzado.
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