A simple vista, la idea de vivir sin sentir dolor parecería una panacea. Sin embargo, lejos de garantizarnos una vida libre de las penurias asociadas al malestar físico, la incapacidad de experimentar dolor nos coloca en una situación de alto riesgo. Si no sentimos dolor, ¿cómo darnos cuenta de que nos hemos roto un brazo? (...) Estos son precisamente algunos de los temores con los que vive Steven Pete, un estadounidense de 31 años que nació con analgesia congénita, un raro trastorno genético que le impide sentir ninguna clase de dolor físico.
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