El 5 de septiembre de 1987 tuvo lugar la madre de todas las fiestas en Ibiza. Acudieron más de 500 invitados, aterrizados de todas las partes del mundo en chárteres, para unos festejos que acabaron con el suministro de champán y cocaína de la isla. El organizador era Freddie Mercury. Sus fiestas se habían convertido en un género para los tabloides británicos, siempre ávidos por una imagen con drogas, sexo o travestis a la que enganchar unas líneas insidiosas, y Mercury les daba los tres elementos casi todos los meses.
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