Se ha liado. Si trascenderá o no o si derivará en algo relevante es pronto para saberlo, pero muy poco probable. No obstante, el carácter del jefazo Torvalds se ha cobrado el abandono de desarrolladores destacados del kernel esta misma semana. Primero fue Sarah Sharp. El lunes anunció que cerraba una puerta, debido al “ambiente tóxico” que existe en las relaciones de la comunidad de desarrolladores del kernel. Y ayer hizo lo propio Matthew Garrett, dejando claro que seguía su camino, pero continuando con su trabajo con Linux por su cuenta.
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