Algunos ambientadores de uso doméstico que necesitan calor para difundir aroma (aceites de quemar, inciensos y, en menor medida, velas perfumadas) empeoran la calidad del aire al emitir niveles excesivos de sustancias tóxicas, alergénicas o contaminantes. El calentamiento o la combustión de sus ingredientes, algunos naturales pero otros sintéticos, producen emisiones que resultan peligrosas cuando superan determinada concentración. Algunos lo hacen incluso en mayor proporción que el tabaco.
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