Muchos la ven como la pequeña Grecia española, el exponente claro del declive que castiga los excesos de este país. Hablamos de Jerez y por ella circulan hasta las teorías conspiratorias que la señalan como el laboratorio de pruebas de unos y otros para examinar los efectos de un ajuste sin parangón. Conste que no es fácil desfigurar la imagen de una ciudad de 213.000 habitantes, la quinta de Andalucía en población, hasta arrastrarla de plató en plató de televisión con la basura ardiendo de fondo.
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