Uno de los problemas es que las pruebas cuestan millones de dólares, y el dinero proviene generalmente de las grandes compañías farmacéuticas. El caso es que la ibogaína no tiene mucho potencial para generar ganancias: a diferencia de los tratamientos convencionales se la toma solo una vez. Además, las farmacéuticas hacen dinero patentando nuevas sustancias químicas y la ibogaína es una sustancia natural, por lo tanto es difícil lograr una patente. La ibogaína contribuye a interrumpir la adicción, pero no es una cura mágica...
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