"Vivimos como los indios, dígalo claro". José, su esposa Manoli y su hijo Pepe, de 14 años, viven desde el pasado lunes en una caseta de obras en un campo junto al circuito. "En junio el banco nos desahució de nuestro piso, porque no podíamos pagarlo. Llevo tres años en el paro", dice el hombre, vigilante de seguridad de profesión. El prefabricado cuarto no tiene luz, ni agua ni butano.
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