Tras más de nueve años de estudio, científicos de la Universidad de Córdoba han concluido que no hay diferencia en el crecimiento del olivo de variedades habituales, ni en la producción, ni en el tamaño o calidad del fruto entre un olivo regado con agua no salina y otro regado con agua salina. Este hallazgo amplía las posibilidades de riego de los agricultores que se dedican al olivo, ya que las aguas salinas, frecuentes en tierras de pocas lluvias, en general no son beneficiosas para los cultivos ni aptas para el consumo humano.
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