Una ley no tiene por qué ser justa ni moral. Y los comportamientos que atentan contra las leyes tampoco tienen por qué ser inmorales o denunciables éticamente. Eso hay que tenerlo muy en cuenta. Además, no podemos perder de vista que en muchos de estos actos insumisos está la semilla que con el tiempo termina logrando que esas leyes cambien y se adapten a las necesidades de la sociedad.
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