Desde los años 80 se fue imponiendo una reforma psiquiátrica que llamó a derruir los manicomios para que los enfermos mentales fueran cuidados desde dentro de la sociedad. El principio tiene lógica. El problema es que la teoría se aplicó sin facilitarles a las familias las herramientas necesarias. Empezó ahí todo un "desastre asistencial. Ahora, para muchas familias con escaso nivel económico, el encarcelamiento se ha vuelto en el único recurso", según Mercedes Gallizo, secretaria general de Instituciones Penitenciarias.
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