En la remota isla de Bely, sobre el ártico de Rusia, han aparecido quince burbujas subterráneas que tiemblan como una cama elástica cuando las pisas. No es el primer fenómeno geológico extraño que ha ocurrido en los últimos años en la tundra siberiana, y todos los indicios apuntan a un mismo origen. Al pincharlas, las burbujas liberan gas metano y dióxido de carbono.
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