Las alfombras de los casinos de Las Vegas están trufadas de motivos geométricos, pirámides fractales, fantasiosas espirales o lisérgicos paramecios. Este derroche de estridencia no es azaroso, sino que esconde una motivación: impedir que el cerebro del jugador descanse un solo minuto y este siga haciendo lo que ha venido a hacer: jugar. La Universidad de Nevada edita cada año un manual que analiza otros trucos, como los baños imposibles de encontrar o la amplificación del sonido de las tragaperras cuando dan premio.
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