En Alburquerque no hay simpatía por su alcalde. Allí lo que hay es una admiración total que en algunos casos se convierte en devoción, un sentimiento que no resultará exagerado para la vecina que esta semana decía que «habría que quitar a muchos santos de su pedestal para poner a Ángel Vadillo».
|
etiquetas: albuquerque , devoción al alcalde