Se adentra el invierno y los albergues y centros de acogida de Madrid están repletos. A los tradicionales habitantes de la calle se les han sumado inmigrantes y españoles desempleados que no tienen dónde dormir. No importa si hay que compartir cama o, incluso, dormir en una silla. Hay listas de espera. Ya no sólo van inmigrantes sin papeles sino personas que se han quedado sin trabajo y no tienen con qué pagar un alquiler. Tanto extranjeros como españoles.
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