La cuestión es más grave de lo que parece. Sólo en la capital de Albacete hay cuatro centros públicos en riesgo de cierre en los próximos años. Mientras hay previsión de aumentar los conciertos con el Obispado (a través de una nueva Fundación) y con otras comunidades religiosas (católicas, por supuesto). Este es un sesgo confesional y privatizador más, de líderes políticos que cercenan la democracia y pretenden dejar como residual la res pública, generando más desigualdades sociales y territoriales (ruralidad).
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