Juan Pablo II dejó huella en la Iglesia católica. Creó y sigue creando escuela hasta en los más mínimos detalles. El Papa Magno quiso ser enterrado en un ataúd de madera de pino. Sencillo y sobrio. La imagen del féretro con el viento meciendo las hojas de una Biblia dio la vuelta al mundo y quedó grabada en la retina de los religiosos. Curas, frailes y monjas quieren enterrase en un ataúd como el del Papa Wojtyla. La empresa que lo comercializa se está haciendo de oro.
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