El aire que respira la gente al caminar por el parque, trabajar en el jardín o ir de compras al centro de la ciudad, puede ser lo suficientemente peligroso como para alterar su presión sanguínea, según un nuevo estudio. Los autores del mismo, investigadores cardiovasculares del Centro Médico de la Universidad Estatal de Ohio, son los primeros en dar a conocer una relación directa y clara entre la contaminación del aire y su impacto en la presión alta, o hipertensión.
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